Quito

Es un blog para describir las acciones que hacen los voluntarios de Ecotrackers en Quito por la defensa de la biodiversidad y la diversidad cultural, por el turismo comunitario inteligente o sencible y los trabajos de tesis, investigación o práctica profesional. (This blog to record the experiences of the volunteers in Quito with regards to the defense of biodiversity and cultural diversity, by means of intelligent community tourism and thesis work, research, or internships.)

Tuesday, November 21, 2006

Carta de orientacion a Emma Newbury para su trabajo en el Hospital de Niños Baca Ortiz de Quito

Quito 20 de nov.2006

Carta de orientación para Emma Newbury, voluntaria inglesa en el Hospital de Niños Baca Ortiz. Nuestro trabajo en el hospital es ayudar a aprender ingles a los niños con osteomelitis que tienen que permanecer en cama por varios meses, de manera que puedan aprovechar de alguna manera el tiempo en el hospital y no retrasarse mucho en sus estudios. El sistema es hacerles dibujar y desde allí buscar palabras y oraciones que los animen a practicar la pronunciación y la escritura.

EL PROBLEMA DE LA ATENCIÓN INFANTIL HOSPITALARIA EN EL ECUADOR.

Se trata de un problema a resolver: la enfermedad y el estado crítico de salud de los niños por accidentes, que deben ser resueltos con la ayuda de un servicio hospitalario. Ecotrackers con sus voluntarios ha seguido de cerca los problemas del Hospital de Niños Baca Ortiz y Delfina Torres de Esmeraldas.

El primer actor del problema es el niño.

En Ecuador el crecimiento poblacional es explosivo desde hace varios años. Esto significa que los niños llegan al mundo sin que sus padres ni el Estado estén preparados para enfrentar lo que significa un niño el siglo XXI, que necesita una educación prolongada, el uso y relación con máquinas y procesos productivos cada vez mas complicadas, una creciente necesidad de cosas antes innecesarias, relaciones interpersonales en espacios más reducidos y con menos recursos naturales, que se agotan rápidamente. Las condiciones que existen en los países pobres para los niños son de dependencia cada vez mayor del dinero que pueden ganar sus padres, pero sus padres se enfrentan a la cada vez más complicada posibilidad de cubrir los gastos domésticos. Así, mientras que en generaciones anteriores, en los campos existía la posibilidad de recurrir a la producción del terrenito y a los animalitos para solventar algunos de los problemas, especialmente nutricionales y hasta a alguna plantita medicinal o a la solidaridad del vecino, hoy esta relación esta fracturada, se produce para el mercado, se vive en el “espíritu competitivo”. Esta dependencia mayor de una relación con las ciudades y dentro de ellas con los centros de poder y concentración de la riqueza, genera condiciones que hacen que la vida de los niños esté expuesta a nuevos peligros que van desde la desnutrición crónica, a los accidentes de tránsito y hasta la violación.

Los padres como segundo actor del problema.

Cada día el sistema exige que los padres dediquen mas tiempo a su trabajo, y cuando no es más tiempo es más concentración. Para resolver estos problemas en los países desarrollados el Estado ha asumido la responsabilidad de cuidar por la educación y la salud de los hijos, consiguiendo que los padres puedan ser personas mucho más productivas. En los países pobres este sistema funciona a la inversa, el Estado crea la necesidad de educar a los hijos y de mantenerlos sanos, pero asume una educación en la que el padre de familia pasa a ser un esclavo de las necesidades de la escuela y el colegio. La educacion significa que el niño no ayuda en la finca, en la casa o en la economía, porque tiene que ir a la escuela, el estado no compensa esto con un buen programa de alimentación y cuando hay el programa de alimentación el niño tiene que comprar uniformes y útiles escolares, y cuando ya el estado da los útiles entonces nos inventamos las fiestas patronales, el homenaje al profesor, el paseo.

El problema radica en que los ecuatorianos tenemos que pagar los dos salarios que exigen los empleados públicos: el que les paga el gobierno y el que les tiene que pagar por debajo de la mesa el pueblo.

Este fenómeno hace que los padres de familia en nuestros países pobres sean unas victimas de la explotación en base a la educación y sobre todo a la enfermedad de los hijos. Es así como se genera la prostitución, la delincuencia como alternativas desesperadas en el común de los casos.

La microempresa, hoy considerada como panacea, es la última y más agotadora forma de explotación, pues se es microempresario en nuestro trópico andino desde niño vendiendo caramelos, peor en realidad solo se es un autoexplotado, un individuo sin horario limpiando desde niño zapatos en las calles, hasta viejo vendiendo en un puesto de periódicos y sin ningún seguro social. En estas condiciones el seguro social de salud y de educación que debe ser un derecho, es decir algo que no se compra y que es común a todos, y no un privilegio, es decir aquello por lo que pagamos, no existe para los ecuatorianos. Alogo mas de un millón de trabajadores del Ecuador tienen la posibilidad de estar afiliados al seguro social, el resto somos microempresarios que nos autoexplotamos, y el 20% puede darse el lujo de tener dinero para resolver sus problemas de salud sin desestabilizar su economía. Finalmente ser microempresario significa usar tu talento y tu iniciativa para hacer lo que mejor sabes hacer, pero con nuestro modelo educativo que es la repetición memorística de lo que el profesor dicta, y el profesor es un desadaptado del campo, que sueña ser un pequeño propietario en la ciudad, la educación no es precisamente una gran contribución al desarrollo. Asi, la imaginación funciona mejor para no pagar impuestos, para robar los árboles de los bosques, para pescar con dinamita en los ríos, para no pagara por el agua y por la luz que usamos, para invadir, para fabricar ídolos en cada elección, para amarrar con el empleado público por debajo de la mesa, porque sino, no sobrevivimos es este país del papeleo.

El papel de los hospitales

Los hospitales generales del país cuentan con servicios para responder a los problemas de salud que son comunes, entre los que se encuentran la deshidratación por diarrea, los problemas respiratorios, las enfermedades infectocontagiosas, los accidentes y lesiones traumáticas o quemaduras, pero los problemas psicológicos y del mal trato infantil, por el momento ni siquiera se los acaricia en nuestros centros hospitalarios, es decir, no son una prioridad.

Cuando los centros de salud y hospitales generales ven problemas serios los derivan a los hospitales pediátricos especializados que tienen la infraestructura, las maquinas y los especialistas que están en capacidad de actuar en un nivel de complicación y son recursos mucho más sofisticados y caros.

Pero los hospitales que de alguna manera cuentan con buenos profesionales en especial los del Estado, por la práctica en condiciones de guerra, regularmente se enfrentan a los paros, que son el mecanismo como los sindicatos ha logrado que el gobierno de alguna manera atienda al sector, y que les permite gozar de privilegios. Estos privilegios van desde el derecho de decidir a que compadre amigo, relacionado o regalador de “propinas” le dan el cupo, la atención y las medicinas, dentro de los servicios estatales, hasta estabilidad y salarios, donde el que menos sabe, como es portero o la cocinera gana más y tiene mas estabilidad laboral que el médico jefe de servicio o el más calificado. Es el poder de la mediocracia que no nos recuerda que nos somos personas sino “ecuatorianos”, esto es esa gente de Sudamérica, que tiene que esperar en largas colas desde el amanecer, con la duda en la garganta de si será o no será posible devolverle la salud o la vida a un hijo en las próximas horas y que tiene esconder su pasaporte para poder entrar en cualquier país desarrollado porque ya da lo mismo ser legales en Ecuador que ilegales en el mundo.

En esta atmósfera la víctima principal no es el niño, es la madre del niño que tiene que dormir en el piso del hospital velando por su hijo, tienen ayudar en todo a la enfermera, y no tiene un bocado de comida. Viene desde las provincias, parroquias, recintos a pasar la odisea de sobrevivir en una ciudad de corazón duro, mientras sus hijos y su hogar, que son estructuras tan frágiles, que dependen del día a día de una madre que cocina, lava ayuda en los deberes, siembra, trabaja etc. se ven devastados por la enfermedad de un hermanito. Para estos padres hambrientos, no hay una cocina en el hospital donde ellos se puedan cocinar algo, un lugar donde recostarse durante el día, pero hay una capilla para olvidar o aceptar con resignación su desgracia, su rabia, su impotencia.

Dr. Maximiliano Moreno
Director de proyectos de la Fundación Ecotrackers (Ecopistas)
y Medico general graduado en la Universidad Central del Ecuador
CI. 17 0441648-4